lunes, 15 de febrero de 2010

El ratón en el laberinto


Un nuevo día gris recibía a Laura nada más despertarse, tras una noche de sueños rotos, su rostro reflejado en el espejo no le devolvió sonrisa alguna. La rutina diaria se encargó de ponerla en movimiento y comenzó a hacer las mismas cosas que todos los días, incluido ese pensar insistente que le hacía sentirse como un ratón en un laberinto.
Al salir a la calle se detuvo en seco, miró hacia una lado y otro de la calle y se preguntó por qué siempre recorría el mismo camino, su razonamiento no le devolvió respuesta alguna por lo que decidió dar un rodeo para pasar por un lugar añorado. Llegó con temor pues los buenos y malos recuerdos suelen venir juntos pero ese día quiso recibirlos a ambos. Cuando se encontró con ellos le vino a la mente aquella frase que decía que nadie puede querer si uno no se quiere primero a si mismo y pudo sentir como algunas de las paredes de su laberinto se volcaban.
Aquella noche, al ir a acostarse, se tumbó en la cama de lado, cruzó sus brazos poniendo las manos abiertas sobre sus hombros y por primera vez, al oír el rumor lejano de música que la acompañaba todas las noches, se dio cuenta que se escuchaban canciones de amor.
La noche le regaló ese día el mejor de sus sueños.

1 comentario:

pati dijo...

Es increíble cómo tan solo cambiando nuestros pasos, podamos enfrentar nuestra realidad... y continuar soñando.

¿Me regalas un sueño? ;)
Un beso :)