lunes, 15 de febrero de 2010
El ratón en el laberinto
domingo, 31 de enero de 2010
En un mundo de sueños
domingo, 27 de diciembre de 2009
La ciudad soñada
jueves, 5 de noviembre de 2009
El sueño perdido
miércoles, 30 de septiembre de 2009
Sin miedo
domingo, 28 de junio de 2009
El día de su no aniversario
Viajó hasta él con la sensación de que le fuera tirando de un hilo, o le atrajera como un poderoso imán.
Por eso no entendió lo que ocurrió después, aunque después si lo hiciera.
Pensaba escuchar de sus olas lo que sus labios callaron invocando su nombre, a librar la batalla que su contendiente rehusó abandonándose a él, a sentir la presencia de ella en su seno.
Pero cuando llegó el mar estaba mudo, sereno y ausente.
Nada que escuchar, nada por lo que luchar, nada por sentir.
Ya no estaba allí.
Ella ahora estaba en su otra playa.
Esa fué su decisión.
Era el día de su no aniversario.
martes, 19 de mayo de 2009
el mensajero del amor
Sonó el timbre varias veces. No esperaba a nadie así que seguía en pijama y sin arreglar. Con todo, hizo corriendo lo que pudo para poder abrir la puerta en unas mínimas condiciones. Sería alguna vecina pidiendo azúcar o vete tu a saber. Esperó unos segundos mas, ya frente a la puerta por si dejaba de sonar, pero lo volvió a hacer. La insistencia la terminó de convencer.
Al abrir, se quedó un poco traspuesta. Un apuesto joven, bien vestido y con corbata roja la miraba sonriente.
-Hola, Quisiera hablar con Alicia Campos. Traigo algo para ella. - Enunció el joven con aire de discurso aprendido.
-¿Perdone?- dijo ella, y escuchó de nuevo el mensaje mientras ganaba tiempo para intentaba situarse - Si, soy yo- alcanzó a decir finalmente con la mente igual de confusa.
- Me han encargado que le entregue un beso.
Los ojos de ella se abrieron de par en par, se hizo el silencio unos segundos y comenzó a reir, una risa que siempre le salía sin querer en situaciones que no controlaba. Era el joven ahora el que la miraba desconcertado.
- Perdone, jajaja, no me rio de usted es que...jajaja.
- Entiendo que le extrañe, pero no es ninguna broma. Soy mensajero del amor, y he de besarla por encargo de alguien. La risa fue finalmente controlada y se detuvo un instante a mirar a aquel joven con cara de no haber roto un plato en su vida. Entendió que estaba hablando en serio, era muy fuerte lo que le estaba pasando pero era real. Aquel chico parecía realmente venir a entregarle un beso.
- Mire, no sé quien ha podido encargarle semejante locura pero no esperará que yo me deje besar por usted. Lo entiende, ¿no?
- Solo es un beso y he de entregarlo, si no...- dijo él con aire pesadumbrado.
-Ya, pero ese no es mi problema, debe usted entenderme, no voy besando por ahí al primero que se me cruza por mi camino.
El joven bajó la mirada callado, luego le miró a los ojos y le soltó -¿Es que no le gusto?, ¿es eso?- Y volvió a mirar al suelo.
- No, no es eso - intentó tranquilizar al joven viéndolo afectado por la situación. - Tú no estas mal, de verdad, bueno, un poco joven para mi, pero es que entre tú y yo no hay nada y yo no te puedo besar. ¿Lo entiendes?
- A mi si me gustas tu, ¿sabes?. - se atrevió a decirle él - Y he tenido que besar a mujeres que no me gustaban... pero tu eres diferente.
- Mira, esto es increíble, ¿y se puede saber quién es el que te ha encargado semejante locura?
- Solo si entrego el beso. - e hizo un gesto con los brazos como diciendo que lo sentía pero que tenía que ser así.
Soltó un suspiro de desconcierto mientras miraba a aquel chico plantado delante de ella. Tendría poco mas de veinte años y por la pinta, aquel debía ser su primer trabajo.
- Vamos a hacer una cosa, ¿como te llamas? - Angel, acertó a decir él. - A ver Angel, lo vamos a hacer así. Tu me dices quien ha hecho el encargo y yo le digo a quien sea que me has besado aunque no lo vas a hacer. Así tu puedes cobrar tu servicio y yo me entero de a quien se le ha ocurrido esta locura. ¿Vale?
- No se,...pero es que yo así no me quedo bien, ¿sabes?
Aquél no parecía querer renunciar a su beso, ahora que había encontrado uno que le apetecía de verdad, pensó ella mientras calibraba todas las opciones. ¿Sería Alfredo, quizás?, no él nunca se atrevería a hacer una cosa así. ¿Y Quique?. No, con lo celoso que es, no, imposible. Pero, ¿y si no fuera alguien conocido?, no, tampoco encajaba, qué conseguiría esa persona con un beso no dado por él. No sacaba nada en claro, la verdad, salvo que la curiosidad le corroía por dentro.
Entonces se fijó en los labios de aquel chico. Eran carnosos, amplios y estaban ligeramente humedecidos. No debía besar mal a fin de cuentas, pensó.
- Está bien. - alcanzó a decir después de pensarlo mucho - Puedes besarme. - Y una sonrisa de oreja a oreja surgió en el rostro del chaval.
Entonces él se acercó lentamente, le tomó el rostro y comenzó a besarla, sin prisas, un beso cálido, tierno y profundo. A ella le supo a gloria, pero no le recordó a nadie, ni a Alfredo, ni a Quique, era el beso de Angel. Cuando terminó ella seguía con los ojos cerrados, alargando el sabor del instante.
-¿Te ha gustado? - Dijo él con voz suave.
- Si - Y era cierto que ella había tocado el cielo.
Hubo un silencio en el que los dos se quedaron mirándose.
- Sabes una cosa, Angel, que me da igual saber quien me lo envía. Por mí, como si no me lo dices. Te lo digo en serio.
- Pero te lo tengo que decir. - insistía él.
- Que es igual, de verdad. Me gustó tu beso. No necesito saber nada mas.
- Te lo diré de todas formas.
Entonces se acercó a ella, la miró muy fijamente y puso las manos en sus hombros.
- Fui yo. - Dijo él.
...
Y ella sonrió.