martes, 19 de mayo de 2009

despertar

Cuando despertó era todavía de noche, o al menos eso pensó él. Se encontraba desorientado, la cabeza le daba vueltas y sentía un fuerte dolor de cabeza. Se incorporó con esfuerzo, miró alrededor y no vio a nadie, se encontraba solo, allá donde estuviese. Aunque en seguida se dio cuenta, por la arena húmeda que encontró pegada en sus manos, que se hallaba en una playa. Un suave rumor conocido, pausado y lejano de unas olas tranquilas le confirmó lo que pensaba.

Intentó recordar algo, pero visitar su memoria le resultó doloroso por las punzadas que sentía en el interior de su cabeza, así que decidió dejarlo para mas tarde.

Se estremeció ante la idea de haber sido atracado en aquel lugar desconocido y buscó apresuroso entre sus bolsillos, suspiró finalmente al comprobar que no. Su cartera, sus llaves, su teléfono móvil, todo estaba en su sitio.

De repente oyó un ruido, miró hacia atrás y dio un sobresalto. Allí, surgida de la nada una niña le miraba fijamente. No supo que decirle, no se esperaba algo así. La niña lo miraba a los ojos, de pie, sin decir palabra, como esperando algo.

Así permanecieron un tiempo, los dos en silencio, él sin saber qué decir, y ella esperando escuchar. Y las olas hablando al fondo.

Entonces la niña dio un paso adelante y le extendió una mano. Al principio pensó que su gesto era para ayudare a levantarse pero se fijó en la mano y la palma miraba hacia arriba, aquello significaba otra cosa, y contrariado no supo como reaccionar. Descartó que estuviera pidiendo limosna, nada hacía pensar en su aspecto que se tratara de algo así.

-¿Me las dejas? - dijo ella en un susurro.

-¿Qué? - balbuceó él mientras ella cambiaba el gesto de su mano. Ahora apuntaba con el dedo en dirección a sus ojos.

-Las gafas de sol – dijo ahora con voz mas decidida.

El se llevó las manos a los ojos. Descubrió entonces que las llevaba puestas, como siempre, pensó, pero lo cierto es que no se había dado cuenta hasta entonces. Al quitárselas sintió una luz muy fuerte que lo cegó.

Sintió dolor en los ojos, pero también alivio, fue una sensación especial, intima. Mil pensamientos pasaron por su mente en segundos mientras se entregaba al sol del amanecer que lo enfocaba desafiante.

Y entonces, solo entonces, lo entendió todo.

En su deslumbramiento alcanzó a ver a duras penas la palma de la niña que volvía a estar boca arriba en un gesto que parecía sostener el aire. Le dio las gafas y ella se las puso. Sonrió y él le devolvió la sonrisa.

Una voz lejana rompió la magia del momento. Miró hacia el lado y vio a una señora que avanzaba con sobrero de paja y un enorme bolso haciendo señas con las manos y llamando a gritos a la niña por su nombre. Detrás, un señor con una carga imposible caminaba tras ella resollando y parecía no darse cuenta de nada.

Cuando se volvió, la niña ya no estaba, y sus gafas tampoco. La vio entonces corriendo, jugando a bordear las olas por la orilla, en dirección a los suyos, feliz, sonriendo, imaginando.

Se puso en pie y pudo darse cuenta que le dolían ahora también todos los huesos. Estaba echo una piltrafa pero se sentía bien. Limpió la arena pegajosa que llenaba su ropa y se estiró como hacía cuando era niño cada vez que se levantaba por la mañana.

Consiguió ver un poco mas allá la botella vacía que ahora si, recordó como fugaz compañera. La cogió, y echó a andar con paso decidido. Pensó en todas las cosas que iba a hacer aquel día mientras sentía en su espalda el calor del sol que ya abandonaba el horizonte.

Al pasar por el contenedor, miró a la botella unos segundos, y como si se despidiera de ella, la dejó con cuidado, en un gesto casi sagrado, encima de una montaña de latas.

Oyó a lo lejos a la madre de la niña que lo llamaba para devolverle las gafas. El le hizo un gesto de que no importaba.

Y a fin de cuentas era así.

Ya no las necesitaba.

.

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Para ti.

1 comentario:

pati dijo...

Finalmente...Me quito mis gafas de sol para decirte, mirándote a los ojos: Bienvenido ;)

Un beso :)