domingo, 27 de diciembre de 2009

La ciudad soñada

- No te lo he contado.
- El qué, cari - dijo él mientras bajaba de la góndola intentando guardar el equilibrio.
- Mi sueño, no te he contado mi sueño... anda, ayúdame a salir.
Pagaron al gondoliere y se volvieron a adentrar en la vieja ciudad, sin trayecto ni destino. Una ligera niebla lo difuminaba todo dando al escenario el aspecto de un vetusto cuadro. Fueron caminando un rato, en silencio y de la mano. Al llegar a un rincón desconocido pero inquietantemente bello, en lo mas alto de un puente que sorteaba un canal, él detuvo sus pasos y la besó. Cada beso sabía diferente al anterior, tenía un matiz particular que lo hacía único, como aquellos rincones, por eso la unión de ambos le otorgaba al hecho un carácter casi sobrenatural.
- ...¿Y qué soñaste, amor?
- Soñé que te buscaba y no te encontraba. - Sus ojos se humedecieron al tiempo que le apretaba con fuerza las manos.
- Pero si estoy aquí, ¿no me ves? - Decía mientras le llevaba las manos a su cara - ¿Qué te pasa? ¿Pero por qué te pones así?
La abrazó muy fuerte al tiempo que pasaban junto a ellos otros dos jóvenes paseando idéntico amor, el sonido de las campanas de una iglesia cercana les hicieron elegir rumbo y los observaron, abrazados, perderse calle abajo. 
- ¿Y si estuviera soñando ahora?, y en el mundo real yo fuera buscando mi amor... como en mi sueño.
- ¿Pero por qué tendrías que buscar lo que ya conoces?, ¡si estoy aquí!
- Porque esto no sería real, tonto - Aquello le hizo nacer una sonrisa y comenzaron a hacerse cosquillas, cayeron al suelo embriagados de tanto reír. Acabaron sentados en el puente con los pies colgando entre los forjados negros.
- No me entiendes...- dijo ella mientras dirigía su vista hacia ningún lugar.
- Si te entiendo, verás, lo que quiero decir es que si me buscas pero no me encuentras es porque ya me conoces, de lo contrario no sabrías si me estas encontrando o no. Por lo que al conocerme y no encontrarme lo que estarías haciendo es no reconocerme... pero en cualquier caso yo estaría ahí.
- Tienes respuesta para todo, ¿eh?
- Que va, que más quisiera yo, perdona pero...
- ...Perdone...
- Signorina, se quedó dormida. - La suave voz del gondoliere sentado tras ella la hizo despertar.
- Si, lo siento, ¿ya hemos llegado?
- ¿A donde, al final? - respondió el gondoliere.
- No, creo que mas bien hemos llegado al principio.
- ¿Cómo dice?
- Nada, cosas mías.
La bruma se iba despejando dejando a la luz pintar, como si de un barniz se tratara, los trazos mágicos de una ciudad soñada.